El Ayuntamiento respalda el proyecto y les anima a seguir trabajando
Van en serio. Y se lo han
hecho saber al Ayuntamiento. Primero, con conversaciones informales que se han
repetido durante los últimos meses y ahora, hace apenas dos días, en una
reunión con la concejal de Vivienda, Dolores Calleja. En esta cita, los
representantes del Consejo de Barrio de San Pedro y San Felices (acompañados
del equipo redactor que les asesora), le demostraron a la edil, con datos
encima de la mesa, que ya son 84 las comunidades de vecinos que han dado su
consentimiento para que este barrio de la zona Sur sea, tras San Cristóbal y la actuación
discontinua planificada para lavar la cara de los edificios que salpican las
calles del Camino de Santiago, la próxima zona de la ciudad en beneficiarse de
un Área de Rehabilitación Integral (ARI).
La respuesta vecinal, desde que iniciaron este peregrinar hace año y medio, señala que están a favor de dar los primeros pasos casi el 60% de los propietarios de los edificios que se podrían beneficiar de esta actuación. A grosso modo, las cerca de 1.200 viviendas que se integran en esos 84 inmuebles. Lo que no quiere decir, por otra parte, que ese compromiso, aún siendo un punto de partida importante, sea definitivo.
Por su parte, la concejal de Vivienda animó a los vecinos seguir trabajando ya que el proceso de un ARI es una tarea administrativa que, en el mejor de los casos, se prolongará durante cinco o seis años. Más tarde, cuando todo esté atado, ya se podrá actuar sobre el terreno. Pero eso, a estas alturas, aún es poco menos que ciencia ficción y el proyecto, para bien o para mal, dependerá de la voluntad de los vecinos.
Así las cosas, el ritmo que ha cogido San Pedro y San Felices en estos primeros pasos lo sitúa ahora en la mejor posición respecto a otras zonas de la ciudad. Sin embargo, este hecho no es garantía de nada porque, al margen de una declaración de intenciones que es muy valorada desde el Consistorio, el camino es largo, complicado y lo que hoy parece que está hecho mañana se puede ir al traste. Entre otras cosas, porque lo que se exige a los vecinos es un compromiso serio, del que deben participar económicamente y, en estos casos, no es fácil encontrar un consenso mayoritario.
Dicho de otra forma, San Pedro y San Felices se encuentra en la línea de salida pero, siempre en el mejor de los sentidos, se encontrará con otros 'competidores' (otras zonas de la ciudad) que persiguen el mismo fin. Y el que primero llegue a la meta, sin prisas y con un trabajo exhaustivo y pausado, será el mejor posicionado. Los demás, lejos de ser desechados, esperarán su turno.
La peculiaridad de San Pedro y San Felices se encuentra en que, a diferencia de Río Vena (ya ejecutado) o San Cristóbal (las obras se iniciarán a final de año), se trata de un barrio poco uniforme en el que es difícil marcar el perímetro. Allí conviven edificios de reciente construcción con otros que ya han cumplido los 70 años y que producen una distorsión del paisaje urbano.
Ya han respaldado estos primeros paso comunidades de vecinos de calles como Alfareros (7 inmuebles), Ávila (8 edificios), Carretera de Arcos, Santa Ana, Santa Dorotea, Fray Esteban de la Villa, Trespaderne, San Pedro y San Felices, San Isidro, San Joaquín, Huesca, San Agustín, Roa...
La respuesta vecinal, desde que iniciaron este peregrinar hace año y medio, señala que están a favor de dar los primeros pasos casi el 60% de los propietarios de los edificios que se podrían beneficiar de esta actuación. A grosso modo, las cerca de 1.200 viviendas que se integran en esos 84 inmuebles. Lo que no quiere decir, por otra parte, que ese compromiso, aún siendo un punto de partida importante, sea definitivo.
Por su parte, la concejal de Vivienda animó a los vecinos seguir trabajando ya que el proceso de un ARI es una tarea administrativa que, en el mejor de los casos, se prolongará durante cinco o seis años. Más tarde, cuando todo esté atado, ya se podrá actuar sobre el terreno. Pero eso, a estas alturas, aún es poco menos que ciencia ficción y el proyecto, para bien o para mal, dependerá de la voluntad de los vecinos.
Así las cosas, el ritmo que ha cogido San Pedro y San Felices en estos primeros pasos lo sitúa ahora en la mejor posición respecto a otras zonas de la ciudad. Sin embargo, este hecho no es garantía de nada porque, al margen de una declaración de intenciones que es muy valorada desde el Consistorio, el camino es largo, complicado y lo que hoy parece que está hecho mañana se puede ir al traste. Entre otras cosas, porque lo que se exige a los vecinos es un compromiso serio, del que deben participar económicamente y, en estos casos, no es fácil encontrar un consenso mayoritario.
Dicho de otra forma, San Pedro y San Felices se encuentra en la línea de salida pero, siempre en el mejor de los sentidos, se encontrará con otros 'competidores' (otras zonas de la ciudad) que persiguen el mismo fin. Y el que primero llegue a la meta, sin prisas y con un trabajo exhaustivo y pausado, será el mejor posicionado. Los demás, lejos de ser desechados, esperarán su turno.
La peculiaridad de San Pedro y San Felices se encuentra en que, a diferencia de Río Vena (ya ejecutado) o San Cristóbal (las obras se iniciarán a final de año), se trata de un barrio poco uniforme en el que es difícil marcar el perímetro. Allí conviven edificios de reciente construcción con otros que ya han cumplido los 70 años y que producen una distorsión del paisaje urbano.
Ya han respaldado estos primeros paso comunidades de vecinos de calles como Alfareros (7 inmuebles), Ávila (8 edificios), Carretera de Arcos, Santa Ana, Santa Dorotea, Fray Esteban de la Villa, Trespaderne, San Pedro y San Felices, San Isidro, San Joaquín, Huesca, San Agustín, Roa...
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